Crónica de un concurso

Los Lazarinos, La Monjas del Convento Fresco y Las Maris. Estas fueron -y por orden- las agrupaciones premiadas en euros (para el artista el mejor premio es el aplauso del público, y eso en mayor o menos medida lo tuvimos todos) anoche en el Concurso de Murgas de Zamora 2008. Dos noches en las que el nivel estuvo "más alto que en otros años" afirmaron muchos, pero también dos noches en las que quedó patente la necesidad de reformar, concretar y hacer valer las bases del certamen, un reto que debe asumir la Concejalía de Cultura y que sin duda debe de contar con la colaboración de todos nosotros.

Entre todos Zamora se plantó un tupé sobre las ideas, confirmó que Gardel se quedó corto si la Revoltosa nos demostró que ochenta años no es nada, volvimos a mirar la niñez de pan con azúcar a través de las gafas de culo de vaso que nos prestan año tras año, retornamos sobre tacones cercanos y libidinosos, fijamos la máxima isleña del Carpe Diem sesentero en las paredes del Principal y abandonamos la clausura para cantar al fresco.

Nos tuvimos que dibujar sonrisas por si algún día el camión de la mudanza viene a recoger lo último que queda por aquí. Y si hay que plantar una reina del carnaval con pololos, enaguas y nariz de payaso, se hará. Humor no nos falta. Y será Zamora campanera, estudiantina y zarzamora con la enseña bermeja. Sincera, elegante y fina como ella sola. Con la cinta al pelo que ninguna santiaguiña le tuvo que bordar. Zamora colada, que se enjuga las lágrimas y esboza media sonrisa una vez al año que no hace daño. Que se ríe de sí misma y sueña con puentes, con profesores que no se venden, con dirigentes y aspirantes que sirven y no se sirven. Que mira a la ciudad sin muros cantando con el "alma ronca de quererte". No de grana y oro como los toreros, que somos pobres, de grana y verde que son los colores de nuestra bandera.

¡Salud para el año que viene!